§. No quiero olvidar el sonido de tu voz mi Sol

Un día como hoy se apago mi sol, un día como hoy fue la última vez que lo vi, un día como hoy fue la última vez que escuche unas palabras de él.

Mi sol, pasa un día más, un año más y no acepto, ni entiendo los giros de la vida, y todo lo que ha sucedido hasta ahora, pero tengo fe que tienen un fin y una razón para que pasen.

Cada vez que tenías que salir de la casa, lo decía en la noche y al día siguiente ni siquiera mamá podía saber la hora de tu partida y tampoco sabíamos la hora de tu llegada, a veces eras tan misterioso pero al momento de que ponías un pie en la puerta de la casa y colocabas tus llaves en la puerta, por más despacio que lo hacías todos sentíamos tu presencia y correteábamos para arreglar lo que faltaba arreglar y ordenar los pocos detalles para que no comiences a gruñirnos.

Desperté sobre la hora, muy atareada, ni pensaba tomar desayuno sólo bajar, ir por el pasillo e irme porque a esas horas ya no hay nadie en casa, sin embargo escuche el ruido de la lavadora, él estaba allí parado con sus ropitas de casa esa que por más viejita siempre se lo ponía porque se sentía cómodo, o chiquillo le decía porque eran de la generación anterior. Lo vi a través de la ventana, su cabecita canosa, su pancita sobresalida, tenía ganas de ir y tocarle su cabecita y darle un beso en la frente como acostumbraba hacerlo, pero la hora no perdona y solo atiné a preguntarle porque no había salido de viaje y que si es posible que ya no viaje, me respondió diciendo que ya iré más tarde.

Me despedí de lejos, en la puerta de mi casa, me detuve con muchas ganas de regresar, quería darle una propina a mi papá y al revisar mis bolsillos no tenía cambio y recordé que quería pagar una cuota, y vi el reloj para seguir corriendo. Casi medio día entra la llamada de mi padre y me pareció tan extraño; era su voz diciendo Hijita me he accidentado le dije que se calme que ya vamos y paciencia todo saldrá bien, se cayó el cielo y mi desesperación, llame a todos los que pudieron ayudar y luego viajé, también llamo a mi casa con mi hermano.

Esas fueron sus últimas palabras que escuche, las siguientes solo llamaba y no pudo volver a decir palabra, la enfermera que quito el teléfono a fuerzas porque no lo soltaba y me contestó diciendo que no puede hablar pero no suelta el teléfono y no deja de marcar; llegue al lugar ya lo habían trasladado recogí sus ropas, regresé y el no volvió a despertar terminó en coma, estuvo con nosotros tres meses, donde lo cuidamos y solo se comunicaba con sus lagrimas partiéndonos el corazón y el alma, rogando que regrese de ese mundo del limbo porque no estaba ni vivo ni muerto.

Finalmente partió, hoy siempre lo tengo presente y será mi sol hasta el día que pueda regresar a sus brazos de mi viejito cabecita blanca.